¿Cargo con un botiquín capaz de abastecer un hospital clínico o confío en mi débil salud de hierro? ¿Qué me pongo para el aterrizaje pakistaní? ¿Apuro los últimos gramos disponibles metiendo algún pingo mono? Como quiera cumplir el protocolo de "modestia y corrección en el vestir" que aconsejan las guías, corro el peligro de dar la imagen de espantapájaros en bata que, patéticas, representamos las occidentales, cuando no "queremos dar el cante"... Si lo damos, ya ni te cuento, ¿habrá tiempo para patear la ciudad antes de sumergirnos en el Karakorum mágico? ¿podremos comprar esas cosas imprescindiblemente inútiles que se te suben a la chepa en todo viaje? ¿Qué dirán nuestras pobres tripas cuando empiece el asedio de las especias locales? ¿Todos los gérmenes del mundo estarán ya frotándose las patillas de pensar en tanto turista tierno como va a pasar a su vera? Por último, seguro que en cumplimiento de la ley de Murphy (art.1) me olvido el cepillo de dientes... ¡Qué estrés!
1 comentario
SantiNoBrain -
Aunque supongo que tus acompañantes ya te lo habrán dicho (pero es posible que no les hagas caso) no te preocupes tanto.
Aterrizarás en una capital, en la que, más o menos, no darás el cante.
Procura evitar pantalones cortos y camisetas ceñidas. Lo demás viene solo.
Atenta a las especias, si eres de estómago delicado puedes terminar con una (nada) saludable dieta de arroz blanco y suero.
En apenas una semana estáis allí. La envidia me corroe.